sábado, 19 de noviembre de 2016

Carta geográfica.

Usted está aquí, sin el más mínimo indicio de querer quedarse, y eso le hace acreedora de ocupar el puesto.  En este pueblo no hay rentas, puede ser inquilina el tiempo que le plazca. No se necesita ser cariñosa ni cuidar de la habitación. De hecho, entre más destrozos mejor.
      Usted está aquí. Se dice que no hay mejor lugar contra el aburrimiento, contra la mala suerte de vivir eternamente feliz y despreocupado. Usted está aquí y no sabe cuán dichoso me siento de su visita. Disculpe el desorden, pero no me place borrar las evidencias de una buena vida. Usted está aquí, entre los escombros del pecho. Entre arterias, válvulas y ventrículos sin rumbo fijo. Es un lugar escondido, ajeno a cualquier señal de inteligencia, desconocido e irracional. Algunos le llaman corazón, otros tantos motor de vida y yo, yo le llamo capital de todo sentir. Es un sitio en donde no se puede vivir tranquilo, continuamente le azotan terremotos -cuando le miran-; explosiones -cuando le besan-; y revoluciones -cuando no le tienen cerca-. Mujer, ha venido a parar al rincón peor gobernado de la historia, donde hace años que la tiranía del amor somete a la razón, donde a diario se asesina un trocito de cordura y se vive con miedo. Sobretodo se vive. Se vive con una intensidad incansable, irremediable, casi trágica. Se vive porque poco falta para el juicio final, el último grito de prudencia.
    Usted está aquí, y mientras esté, tendrá amaneceres rojos, lluvias de sangre y vientos de pasión. Cada instante de furia será un volcán en erupción, cada minuto de lujuria una rebelión contra los dioses y cada momento de ternura un universo nuevo. Es un lugar desconocido, callado, apenas perceptible. Es fácil ocultarlo entre muestras de intelecto, bromas superficiales, máscaras de conocimiento e indiferencia. Esto es territorio de titanes, tambor resonante y codicioso. Si no está dispuesta, ande a buscar una brújula, algún amigo con consejos estúpidos que le sirva de guía. Compre un mapa y salga de aquí. No le pido que guarde el secreto, cualquiera puede adivinar en dónde se encuentra, eso no me preocupa. A final de cuentas, el asunto no es conocer la ubicación, sino saber llegar a ella. 
   
     Si a pesar de todo decide quedarse, es usted bienvenida. Todo este mundo de desastres naturales la recibe con satisfacción y coqueta alegría. Prepárese para escuchar ecos sesenta veces por minuto, siéntese y disfrute. 
     Algunos le llaman corazón, otros tantos motor de vida y yo, yo le llamo capital de todo sentir.    
     
     



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Quiero llevarte al cielo en los brazos de un Agosto sin prisa, quiero sentir la brisa robarle al sol la sonrisa como lo hacía el abuelo...