domingo, 12 de marzo de 2017

Adiós

«Te tengo en el cajón de los recuerdos
también el de los olvidos;
en el de los sueños rotos
y el de los sueños cumplidos»
—Rapsusklei


Pues no, después de todo no somos, no seremos, no pudimos. Quizás fui yo, o tal vez tú, ambos o ninguno; quién sabe. Pero aquí estamos, cada uno en su polo, viviendo en nuestro círculo, ese que nadie ha atravesado de verdad, que en sus límites guarda un montón de historias agradables pero secas, historias que hipnotizan pero no conmueven, que hacen ruido pero nada dicen, que se lloran pero no se sienten. Que lamentable tener que despedirse sin percatarse de que algo sucedió. Así como miramos emocionados el rastro de la estrella fugaz en el cielo, aún sabiendo que no volveremos a verla dentro de muchos años o tal vez nunca, así te veo, así te espero, así te siento. Que breve y placentero me resulta recordarte. Ni siquiera venir al mundo representa tanta luz como nuestro pequeño instante. 
     ¿Por qué te marchas tan pronto? No tengo problema en decir adiós pero, ¿cuál es la prisa? No nos dimos tiempo de sentirnos, querernos ni odiarnos. Nos marchamos sin más, sin alterar nada en el espacio, sin sufrir lo insoportable de un quebranto verdadero, sin desgarrarnos el alma, sin quemarnos, sin sentir al menos la magia en un beso. De cualquier manera, tengo un sitio reservado en mi memoria, por si decides volver.
     Te digo adiós, aunque no lo desee, te digo adiós porque me falta vida para conquistarte, porque hay abismos y volcanes a los que debo enfrentarme justo ahora, porque inevitablemente no sólo pienso en ti. Que absurdo sería decirte que mi mundo eres tú, te mentiría. Pero sí te pienso, sí te sueño, sí te anhelo. Hay verdades que se esconden entre silencios, otras, como estas, que se gritan en papel, pero ninguna tan certera como la que vive entre tus ojos, esa que sólo yo he visto y jamás revelaré. Pobres diablos aquellos que no pueden verla, siento lástima por ellos. Poco importa, las almas pequeñas no perciben la grandeza. 
     Hay adioses que ni siquiera tuvieron una bienvenida, hay bienvenidas que se repiten apresuradas, hay prisas que no puede alcanzar el amor, hay amores que se apresuran a recibir un adiós... Me despido pero no me he rendido. Podrás creer que me he dado por vencido, podrás creer que en medio de tanta niebla he perdido las agallas y que no era el vencedor que juraba ser, que más que David resulté ser Golliat, que detrás de tanta palabra no hay más que sonido. Pero no. El último soplo está por venir. 
     Porque gracias a ti aprendí que el coyote no siempre devora al zorro, que los mejores sentimientos no viven sólo del amor, que aunque sea a cuentagotas, es mejor sentir contigo que amar sin ti, que entre el querer y el odiar hay un puente y vivir a tu lado significa jamás cruzar hacia ningún extremo. 
     Adiós.
     Adiós.
     Adiós.

     En un mundo de extraños, esto no es más que una bienvenida.







miércoles, 8 de marzo de 2017

El león dorado

"¿Cómo puede este silencio tener tantos decibelios?"
-ZPU

En medio de nubes tristes, árboles tristes, hojas tristes, apareciste. Llevabas conmigo mucho tiempo sin darme cuenta, como una sombra, una sombra llena de luz y sosegada. No entiendo cómo, cuándo ni porqué, sólo sé que cuando abrí los ojos estabas ahí, rugiendo a través de tus pupilas, cazando con la habilidad única de tus labios, saciando mi sed con el río que recorre tu espalda. Que hecho más curioso que encontrar un león entre el bosque, un león dorado, de melena centelleante y aromática, piel suave, veneno mortal. 
     El mundo entero no me creerá cuando les diga que ya no sólo eres rey de la selva, sino también del bosque, de la sangre y el corazón. El mundo entero no me creería si les dijera que pude acariciarte, que en medio de estos puños llenos de estrés y de histeria se postró tu figura, y que la explosión más grande de la historia no fue el Big-bang, sino aquella que surgió bajo mi pecho, en el instante mismo en que sentí tu respiración. El mundo entero no me creyó cuando les dije que tendría algo contigo; no es amor, no es complicidad, es simplemente un momento, un instante que no pertenece más a una línea de tiempo. 
     ¿Escuchas eso? Son los secretos de la naturaleza, aquellos que Adán y Eva se llevaron a la tumba, los mismos que transformaron a los ángeles en bestias y de los que Dios no quiere que sepas. Pero mira qué inteligente resultó el todopoderoso, que creó el lenguaje para que no escucháramos los silencios, porque es allí donde se guardan todas las respuestas. Por eso el diablo es igual de fuerte, porque ha sabido escuchar al viento, al fuego, a las brasas, al mundo mudo. ¡Nos han mentido, el amor ha nacido en el infierno! 
     Hay garras de las que uno no puede zafarse aún cuando se sabe prisionero. Yo no sabía cuál era mi destino, pero juro que cuando me sentí envuelto entre tus brazos, si me comías o me destazabas me daba igual. Padecer de tu calor es la fiebre más placentera. Ahí, entre el peligro, me sentía más seguro que nunca. Qué ironía, yo iba en busca de paz y terminé enganchado a un poderoso huracán, uno de hilillos dorados y desordenados, con pies, manos y lunares, con ojos, boca y perfume. 

     Entre anarquías y desorden, un puñado de gotas borró todo rastro de gloria, toda huella, cada pedacito de cielo, se perdieron en la transparencia. 
     Yo sólo estaba en busca de paz, y me encontré con la furia de un león.
     Yo sólo estaba en busca de paz, y me encontré con la furia del amor.
     Y sí, hay amores que aunque no se consuman, brillan más que cualquier tesoro.



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Quiero llevarte al cielo en los brazos de un Agosto sin prisa, quiero sentir la brisa robarle al sol la sonrisa como lo hacía el abuelo...