viernes, 2 de marzo de 2018

Y si los muertos aman...

 «Y si los muertos aman
Después de muertos
Amarnos más»
-"Nuestro Juramento", Julio Jaramillo.


Seremos la singularidad, el origen y el retroceso, Big-bang y Big-crunch. En ti nacerá la materia y en mí la antimateria. Nos destruiremos al contacto, pero como espíritus guerreros, no nos soltaremos jamás. Andaremos de la mano expulsando energía capaz de generar hoyos negros. Espacio y tiempo quedarán postrados ante nuestros pies. Un beso significará una hora y un abrazo un siglo. Las miradas serán la nueva medida de distancia, sin importar si estamos a mil metros o a diez centímetros, la comunicación ocular será quien diga qué tan lejos o cerca estamos de cada cual. 
      Seremos revolución y anarquía. Nuestro amor no seguirá estereotipos, ninguna estupidez de romance contemporáneo. Andaremos sin rumbo, porque sólo así se encuentran los buenos destinos; porque sólo si no sabes hacia dónde te diriges es como encuentras lo que jamás buscas. En este juego de azar, no parece casualidad nuestro contacto. Somos la resurrección de Popocatépetl e Iztaccihuatl, la sangre tlaxcalteca fluye por nuestras venas. Estamos aquí para terminar lo que en su historia quedó incompleto, para desmentir lo que de otras bocas se escape, para que no exista más verdad que la que de nosotros se forje, para que incluso el demonio nos tenga respeto. 
     Seremos ceniza y vida. Cuando no queden sino resquicios de nuestro pacto, la Tierra tendrá talladas las letras de nuestras almas. De nuestro abrazo surgirán las brasas, huellas para fuegos próximos. Seremos volcanes, etéreos e infinitos. Seremos volcanes en erupción, quemando todo aquello que se cruce en nuestro camino. Extinguiremos a toda una especie, envolviendo sus cuerpos inútiles y vacíos de sentimientos con nuestro manto. Manto de insigne devoción, delgada capa por la que se observará el infierno, armadura de seda invisible e impenetrable. El mundo entrará en pánico, el corazón podrido de cada individuo comenzará a florecer desde sus entrañas hasta que de su boca broten declaraciones de amor. No podrán escapar. Seremos ese par que lleve al planeta a su fin. Esta vez no habrá Dios que nos condene, no habrá Dios que nos destierre del paraíso. ¡No somos Adán y Eva, no somos tan débiles! En un acto de implosión el cielo se reducirá a nada. Entonces habrá espacio para el humano, para que viva sin restricciones. No existirán los pecados ni lo hechos nobles. No habrá nadie que pueda obrar con bien o con mal. ¡Nadie, escúchalo, nadie! Ya no habrán reglas. El mundo será un caos y eso estará bien. 
     Seremos volcanes, etéreos e infinitos, porque incluso después de muertos, seguirán en el aire vestigios de nuestro amor. 

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Quiero llevarte al cielo en los brazos de un Agosto sin prisa, quiero sentir la brisa robarle al sol la sonrisa como lo hacía el abuelo...